
Cuando era pequeño la noche de Reyes, era una noche de muchos nervios, de ilusión, dormir poco y esperar la llegada de los Reyes Magos a mi casa.
La tarde anterior, habíamos preparado todo para que cuando llegasen Sus Majestades, encontraran alimentos para ellos y para los camellos “Garrofas”, así como agua para reponer las fuerzas del largo viaje que habían hecho.
Cuando despertaba por la mañana, lo primero era llamar a mis hermanos y a mis padres para ver lo que nos habían traído los Reyes. Subíamos a la parte de arriba “la llarriba” y encontrábamos lo que nos habían traído. Juguetes y otras cosas, aunque no siempre lo que queríamos, y en numerosas ocasiones carbón, eso sí, de azúcar.
Aún hoy en día, en Alborache se sigue celebrando la tradicional noche de Reyes, todos los 5 de Enero al oscurecer, sus majestades, llegan en carrozas tiradas por caballos a la entrada del pueblo y los esperan los niños, nerviosos, ilusionados, tirando de los padres para poder acercarse hasta los Reyes.



Los Reyes son cercanos y accesibles, lanzan confeti, caramelos y juguetes a todos los que los acompañan en el recorrido que hacen por el pueblo.
Pasan por el centro de mayores, donde saludan a los residentes y trabajadores. Luego se acercan a la Iglesia, para rendir pleitesía al niño Jesús que está en su cuna. Y finalmente al Ayuntamiento, donde se sientan en sus tronos y reciben a los niños para darles su regalos.
Es una tradición donde niños y mayores reviven momentos inolvidables, donde la ilusión y la magia se juntan para hacer que los sueños se hagan realidad.
Feliz día de Reyes Magos.