Es difícil saber como empezó la fiesta de la tomatina. Unos cuentan que fue por una cosecha abundante de tomates y los tiraron, otros dicen que fue una pelea espontánea entre jóvenes en la plaza del pueblo.
Lo cierto es que ha quedado en el tiempo y todos los años se celebra el último miércoles del mes de agosto.
Son miles de personas de todo el mundo los que vienen hasta Buñol. La noche anterior se celebra “la empalmá”. Hay verbenas, y los visitantes pasan la noche entera bebiendo, comiendo y bailando. Los orientales, descubren un mundo lleno de contacto, confianza, y diversión sin control.
La mañana de la tomatina, el aspecto de las calles cambia totalmente, las miles de personas impregnan las estrechas calles de Buñol.
Luego llegan los camiones llenos de tomates y empieza la batalla… más de 50.000 kg de tomates. Los tomates son aplastados antes de lanzadlos contra las personas colindantes. No es una guerra, es una liberación de estrés de todos. Van parejas, amigos y desconocidos, todos con el objetivo de pasar un buen rato.
Cuando le preguntas a un oriental, si ha valido la pena, la respuesta es tajante. ¡Por supuesto que ha valido la pena! Descubren un mundo donde se pueden lanzar tomates y reír al mimo tiempo, es algo que choca frontalmete con su forma tradicional de vida.
Definitivamente es una celebración cultural única que une a miles de personas de todo el mundo, en un espíritu de diversión y comunidad.
